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Viviendo la Slow Life

Continuando mi viaje a Asia, me dirigí a los Alpes japoneses después de pasar unos días en Tokio. Iba a pasar un mes en Okubo, un pequeño pueblo lejos de mis puntos de referencia de la chica de ciudad que soy.

Quería salir de mi zona de confort. Sería realmente el caso, y mucho más de lo que podía imaginar.

Por supuesto, el entorno era diferente, pero el cambio más importante fue el cambio de ritmo.

La vida en los Alpes japoneses no conoce la velocidad. Y aún más en las circunstancias que fueron mías. No tenía coche y la única forma de llegar al pueblo más cercano era a pie o en autobús, el último saliendo a las ocho de la mañana.

Rápidamente me enfrenté a la Slow Life.

En un entorno sin medios de transporte modernos a mi disposición, todo toma mucho más tiempo. Deja más espacio para la introspección. De alguna manera, me recordó las historias contadas por mi abuela cuando ella iba caminando al pueblo vecino.

Durante los primeros días de mi estancia, me sentí frustrada por no poder moverme de forma habitual. Luego dejé de preocuparme y me adapté a la naturaleza y al clima.

Mi inmersión en el entorno natural me hizo darme cuenta de que, como habitantes de la ciudad, hemos perdido nuestra verdadera conexión con la naturaleza. Ya no vivimos a su ritmo, el llamado progreso evitando que dependamos demasiado de él.

Para ser honesta, puedo hablar de eso hoy, pero en ese momento estaba confundida y me costaba razonar sobre lo que estaba viviendo.

La Slow Life fue una experiencia interesante pero afortunadamente de corta duración. Admito que sería difícil vivir en tales condiciones a largo plazo. Amo y necesito ser estimulada, y el lugar no era lo suficientemente estimulante para mí.

Finalmente tomé el autobús temprano a menudo. Exploré esta región montañosa y descubrí los famosos baños de bosque. Todos estos lugares, muy inspiradores, me recordaron los paisajes representados en los Ukiyo-e, estos estampados japoneses que aprecio mucho.

1 comentario

  • Bonjour Christelle,

    Nous venons de nous rencontrer à la Grande Motte où j’ai acheté quelques échantillons dont celui-ci… j’adore, absolument, son odeur est divine, on dirait de la fleur tout juste coupée. Il tient très bien sur ma peau. J’aimerais le prendre dans un format plus grand ; le proposes tu en ligne ? Je te remercie et à bientôt, Élodie

    Vernet

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