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Fuera de tiempo

Recuerdo estar en el taxi que me lleva a mi próximo destino: la residencia de artistas The Untitled Space, cerca de Shanghai en China. ¡Qué diferencia con Japón, donde aún estaba esa mañana!

Nos llevó una hora llegar a un pueblo en las afueras de Shanghai llamado Jin Ze. Allí estaba la residencia de artistas internacionales donde me iba a quedar durante un mes.

Había leído brevemente antes de mi llegada sobre la historia de Jin Ze, una antigua ciudad acuática pero lo que no sabía era que la residencia estaba en un complejo militar-industrial abandonado.

El taxi llegó a una vieja puerta oxidada que se abría a un lugar bastante desierto a primera vista. Recuerdo decirme a mí mismo: "¿Qué? ¿Es aquí?". Esa fue mi primera impresión.

Un hombre viejo vino a abrirnos el portal. Condujimos unos cien metros en un entorno desolado plantado de edificios abandonados hasta llegar a dos almacenes recientemente renovados en medio de este pueblo fantasma.

Me gustó el lugar a primera vista. Fue muy inspirador ver todos estos edificios que tienen mucho que contar. Después de que los militares vaciaron el sitio en la década de los 60, se convirtió en una fábrica de ropa y se abandonó nuevamente unos años más tarde.

Hoy, el único vecino es un holandés que vende antigüedades de Europa (principalmente Francia) y China. Usé mis pantalones allí, pero se lo contaré todo en un próximo artículo.

La noche de mi llegada, los artistas y el personal de la residencia, todos nos fuimos a cenar al restaurante. Llegamos a la carretera principal donde se encontraba el restaurante, bordeando al caminar algunos de los canales del pueblo.

Los diez minutos de caminata me dieron la impresión de retroceder en el tiempo. Todo respiraba historia. Los vecinos estaban tomando el fresco en la calle y nos vieron pasar intrigados tanto como yo. Después de tantos viajes a China, era la primera vez que experimentaba tal autenticidad. Estaba feliz de tener un mes para descubrir todo esto.

El camino de regreso fue aún más interesante. Ya estabamos de noche y el juego de luces me desconectó de la realidad. Estaba como en un sueño. Me sentí como un personaje en una película histórica china.

Jin Ze todavía está bastante preservado del turismo. En las calles estrechas por donde caminaba, me cruce con personas mayores sentadas en la puerta de su casa, otras cocinando en la calle o lavando su ropa en el río, pescadores a bordo de sus barcos tradicionales que regresaban de la pesca. Saludaba a todas estas personas con el poco de idioma chino que conozco. Algunos tenían curiosidad y estaban conversando conmigo, pero desafortunadamente no entendía lo que me decían.

Algunos amigos chinos vinieron a visitarme durante mi estancia. Fue entonces cuando me di cuenta de que algunos vecinos pensaban que era estadounidense porque una vez que había agotado mi escaso vocabulario chino, les hablaba en inglés.

El mes pasó a una velocidad vertiginosa, y fue con tristeza que abandoné este lugar. Pero lo que me consoló en parte fue la idea de que estaba tomando conmigo las fotografías que había tomado allí y que harían que estos momentos de felicidad fueran eternos.

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